miércoles, 22 de agosto de 2012

Reconoce las cualidades del otro, puedes aprender...

BLANCANIEVES

En un lugar muy muy lejano, vivía una hermosa princesa que se llamaba Blancanieves.
Vivía en un castillo con su madrastra, una mujer muy malvada y vanidosa que lo único que le preocupaba y que deseaba era ser la mujer más hermosa del reino.
Para estar segura de ello, todos los días, preguntaba a su espejo mágico quién era la más hermosa y bella del reino, a lo que el espejo contestaba:
- Tú eres la más hermosa de todas las mujeres, reina mía.
El tiempo fue pasando hasta que, un día, el espejo mágico contestó que la más bella del reino era Blancanieves.
La reina, llena de furia y de rabia, no daba crédito a lo que escuchaba y ordenó a un cazador que llevase a Blancanieves al bosque y que la matara. 
¡No podía soportar que alguien fuera mejor que ella!. 
Además, como prueba de su muerte,  le pidió al cazador que trajera su corazón en un cofre.
El cazador, sorprendido pero obedeciendo a su reina, llevó a Blancanieves al bosque. Cuando allí llegaron, sintió lástima de la joven y le aconsejó que se marchara muy lejos del castillo y, para engañar a la reina, llevó en el cofre el corazón de un jabalí.
Blancanieves, al verse sola, sintió mucho miedo porque tuvo que pasar la noche andando por la oscuridad del bosque. Ya al amanecer, descubrió una preciosa casita.
Entró sin pensarlo dos veces y observó que los muebles y objetos de la casita ¡eran pequeñísimos!.
Había siete platitos en la mesa, siete vasitos, siete camitas en la alcoba,... 
Blancanieves, cansada de sus andanzas, se acostó quedando profundamente dormida durante todo el día.
Al atardecer, llegaron los dueños de la casa. Eran siete enanitos que trabajaban en unas minas.
Al ver a la joven acostada en sus camitas se quedaron admirados al descubrir la belleza de Blancanieves.
Al despertar, ella les contó toda su triste historia y los enanitos la abrazaron y suplicaron a la niña que se quedase con ellos. 
Blancanieves aceptó y se quedó a vivir con ellos. Eran todos muy felices...
Mientras tanto..., en el castillo, la reina se puso otra vez muy muy furiosa al descubrir, a través de su espejo mágico, que Blancanieves todavía vivía y que aún era la más bella del reino. 
Llena de ira, rabia y vengativa, la cruel madrastra se disfrazó de una inocente viejecita y partió hacia la casita del bosque.
Allí, cuando Blancanieves estuvo sola, la malvada se acercó y haciéndose pasar por buena ofreció a la niña una manzana envenenada. 
Cuando Blancanieves dio el primer bocado, cayó desmayada, para felicidad de la reina mala; ya no tendría competencia y volvería a ser la más hermosa del reino.
Por la tarde, cuando los enanitos volvieron del trabajo, encontraron a Blancanieves tendida en el suelo, pálida y quieta, y creyeron que estaba muerta.
Tristes, los enanitos construyeron una urna de cristal para que todos los animalitos y seres del bosque pudiesen despedirse de Blancanieves.
Unos días después, apareció por allí un príncipe a lomos de un caballo que, nada más contemplar a Blancanieves, quedó prendado de ella. 
Al despedirse y ante tal belleza, la besó en la mejilla, y cual fue la sorpresa que Blancanieves volvió a la vida, pues el beso de amor que le había dado el príncipe rompió el hechizo de la malvada reina.
Blancanieves se casó con el príncipe y expulsaron a la cruel reina del palacio, y desde entonces todos pudieron vivir felices...
Cuento popular


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