lunes, 2 de enero de 2012

Déjalo fuera...

EL ÁRBOL DE LOS PROBLEMAS
Un granjero me contrató para que le ayudase a reparar su vieja granja, pero tras haber trabajado el primer día, su cortadora eléctrica se estropeó y tuvimos que perder más de una hora en intentar arreglarla y, además, su ya viejo camión, se negaba a arrancar.
Al no poder continuar trabajando ese día, decidimos dejarlo y le tuve que llevar a su casa en mi coche, pues el camión, no arrancó. Todo el camino el granjero fue en silencio y cabizbajo. Yo no sabía qué poder decirle para romper ese silencio.
Una vez llegamos a su casa, en agradecimiento, me invitó muy cordialmente a pasar a conocer a su familia.
Mientras nos dirigíamos hacia la puerta de entrada, se detuvo unos instantes frente a un pequeño árbol que tenía en el jardín y se puso, durante unos instantes, a tocar las puntas de las ramas con ambas manos.
Llegados a la puerta, mientras abría con su llave, ocurrió una sorprendente transformación: su bronceada cara disgustada del trayecto, estaba ahora plena de sonrisas. Abrazó a sus dos pequeños hijos y le dio un beso a su esposa. 
Pasé un bonito rato tomando un refresco con ellos y disfrutando del calor de su hogar.
Cuando ya se hizo algo tarde, decidí que debía marcharme y me despedí de la alegre familia.
El granjero, muy amable, me acompaño hasta mi coche y, al pasar por el pequeño árbol del jardín, sentí la necesidad de preguntarle acerca de lo que había hecho unos instantes antes de entrar.
—¡Oh!— Exclamo con determinación, —ese es mi árbol de los problemas. Y continuó diciendo -sé que no puedo evitar tener problemas en el trabajo, pero eso no significa que dichos problemas me los tenga que traer a casa. Pues los problemas no pertenecen ni a mi casa, ni a mi esposa y mucho menos a mis pequeños hijos. Así que cada día que vuelvo junto a ellos, justo antes de entrar en casa, cuelgo todos mis problemas en el árbol y, por la mañana, los recojo otra vez. Lo divertido de todo esto —exclamo sonriente— es que cuando salgo por la mañana a recogerlos, ni remotamente hay tantos problemas como los que recuerdo haber colgado la noche anterior.
Desconocido


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