viernes, 30 de diciembre de 2011

Otra riqueza es posible...

LA EXCURSIÓN DE SAMUEL

Un día, durante las vacaciones de Navidad, un padre de una familia adinerada llevó a su hijo a un viaje por el campo con el firme propósito de que su hijo viera cuan pobre era la gente que allí vivía y, así, aprender a valorar todo lo que él tenía.
Estuvieron pasando todo el día, e incluso la noche, en una granja de una familia campesina muy humilde.
Al concluir el viaje, ya de regreso a su casa, el padre le pregun­ta al chico: -¿Qué te pareció el viaje, Samuel?
A lo que el niño contesta: -Muy bonito, papa.
El padre, sorprendido por la escueta respuesta, le insiste: -Pero, ¿viste lo pobre que puede llegar a ser la gente?
Samuel, sin entender muy bien la pregunta, le contesta dándole la razón.
El padre, orgulloso, para hacer reflexionar a su hijo sobre la experiencia, le vuelve a preguntar: -¿Y qué has aprendido de esto que has visto?
El hijo, mirando a su padre con una enorme sonrisa de ilusión le contesta: -Vi que nosotros tenemos un perro en casa, ellos tienen cinco. Nosotros tenemos una piscina que ocupa la mi­tad del jardín, ellos tienen un arroyo que no tiene fin. Nosotros tenemos lámparas importadas de China en el patio, ellos tienen las estrellas. Nuestro jardín llega hasta la valla, el de ellos tiene todo el horizonte. Ellos tienen tiempo para conversar y disfrutar en familia, tú y mamá tenéis que trabajar todo el día y casi nunca os puedo ver.
Al terminar el relato, el padre se quedó sorprendido y sin palabras, y su hijo agregó: -¡Gracias papá, por enseñarme lo ricos que podemos llegar a ser!
Desconocido


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