martes, 3 de enero de 2012

La creatividad...



EL PEQUEÑO NIÑO

Una vez un pequeño niño fue a la escuela. Era muy pequeñito y la escuela muy grande. Pero cuando el pequeño niño descubrió que podía ir a su clase con sólo entrar por la puerta del frente, se sintió feliz.
Una mañana, estando el pequeño niño en la escuela, su maestra dijo: -Hoy vamos a hacer un dibujo-.
-Qué bien- pensó el niño, a él le gustaba mucho dibujar, él podía hacer muchas cosas: leones y tigres, gallinas y vacas, trenes y botes. Sacó su caja de colores y comenzó a dibujar.

Pero la maestra dijo: -Esperad, no es hora de empezar-, y ella esperó a que todos estuvieran preparados. Cuando ya estaban todos listos dijo: –Ahora vamos a dibujar flores-.

-¡Qué bien! -pensó el niño, -me gusta mucho dibujar flores, y empezó a dibujar preciosas flores con sus colores.
Pero la maestra dijo: -esperad, yo os enseñaré cómo-, y dibujó una flor roja con un tallo verde.
El pequeño niño miró la flor de la maestra y después miró la suya, a él le gustaba más su flor que la de la maestra, pero no dijo nada y comenzó a dibujar una flor roja con un tallo verde igual a la de su maestra.
Otro día, cuando el pequeño niño entraba a su clase, la maestra dijo: -Hoy vamos a hacer algo con barro-
-¡Qué bien!- pensó el niño, me gusta mucho el barro. Él podía hacer muchas cosas con el barro: serpientes y elefantes, ratones y muñecos, camiones y carros y comenzó a estirar su bola de barro.
Pero la maestra dijo: -Esperad, no es hora de comenzar- y esperó a que todos estuvieran preparados. Cuando todos estaban ya listos dijo: -Ahora vamos a moldear un plato.
-¡Qué bien!- pensó el niño. A mí me gusta mucho hacer platos y comenzó a construir platos de distintas formas y tamaños.
Pero la maestra dijo: -Esperad, yo les enseñaré cómo-, y ella les enseñó a todos cómo hacer un profundo plato.
 -Aquí tienen-, dijo la maestra, -ahora pueden comenzar.
El pequeño niño miró el plato de la maestra y después miró el suyo. A él le gustaba más su plato, pero no dijo nada y comenzó a hacer uno igual al de su maestra.
Y muy pronto el pequeño niño aprendió a esperar y mirar, a hacer cosas iguales a las de su maestra y dejó de hacer cosas que surgían de sus propias ideas.
Ocurrió que un día, su familia, se mudó a otra casa y el pequeño comenzó a ir a otra escuela.
En su primer día de clase, la maestra dijo: -hoy vamos a hacer un dibujo-.
-¡Qué bien!- pensó el pequeño niño y esperó que la maestra le dijera qué hacer.
Pero la maestra no dijo nada, sólo caminaba por la clase.
Cuando llegó hasta el pequeño niño ella le dijo: -¿no quieres empezar tu dibujo?-
-Sí-, dijo el pequeño, -¿qué vamos a hacer?
-No sé, hasta que tú no lo hagas...-, dijo la maestra.
-¿Y cómo lo hago?- preguntó.
-Como tú quieras- le respondió.
- ¿Y de cualquier color?-
-De cualquier color- dijo la maestra. -Si todos hacemos el mismo dibujo y usamos los mismos colores, ¿cómo voy a saber cuál es cuál y quién lo hizo?-
-Yo no sé-, dijo el pequeño niño, y comenzó a dibujar una flor roja con el tallo verde.
Helen Buckley

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