jueves, 3 de mayo de 2012

Cuidado con el engaño...

UN POLLO DE TRES KILOS
Un hombre, entró en una pollería y vio un pollo colgado y, dirigiéndose al pollero, le dijo:
- Tengo esta noche en casa una cena para unos amigos y necesito un pollo.
- ¿Cuánto pesa éste?
El pollero repuso:
- Dos kilos, señor.
El cliente meció ligeramente la cabeza en un gesto dubitativo y dijo:
- Éste no me vale entonces.
- Sin duda, necesito uno más grande.
Era el único pollo que quedaba en la tienda. El resto de los pollos se habían vendido. El pollero, empero, no estaba dispuesto a dejar pasar la ocasión. Cogió el pollo y se retiró a la trastienda, mientras iba explicando al cliente:
- No se preocupe, señor, enseguida le traeré un pollo mayor.
Permaneció unos segundos en la trastienda. Acto seguido apareció con el mismo pollo entre las manos, y dijo:
- Éste es mayor, señor.
- Espero que sea de su agrado.
- ¿Cuánto pesa éste? – preguntó el cliente.
- Tres kilos – contestó el pollero sin dudarlo un instante.
Y entonces el cliente dijo:
- Bueno, me quedo con los dos.
Ramiro A. Calle



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