En una lejana granja, un asno veía a diario cómo su amo acariciaba mucho a un
perrillo porque éste, cada vez que le sentía llegar, salía a su encuentro
haciéndole mimos y carantoñas.
Viendo todo este ritual de caricias y mimos, el asno
se dijo:
"Si a un animal tan pequeño le estima tanto mi
amo y toda su familia, ¿Cuánto más no me agradecerán a mí mis caricias, ya que
valgo más y presto mayores servicios?"
Convencido de esto, el asno, tan pronto como vio venir
a su amo, salió corriendo y rebuznando del establo, y entre brincos y coces se
puso a bailar en presencia del dueño.
Atónito el hombre con semejante agasajo
asnal, comenzó a reír de buena gana.
Y el asno, creyendo que había acertado con la bienvenida, se puso a rebuznar al
oído del amo, le puso las patas sobre los hombros, lo que hizo que le ensuciara
los vestidos y trató de lamerle la cara.
El dueño, ante este extraño comportamiento, sintió que el asno se burlaba de él y, se enfadó tanto que enseguida se lo quitó de encima de malas maneras.
Desconocido
Adaptación propia
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