Pobres
ovejas
Había
una vez una familia de pastores. Tenían todas las ovejas juntas en un solo
corral. Las alimentaban, las cuidaban y las paseaban.
De
vez en cuando, las ovejas trataban de escapar.
Aparecía
entonces el más viejo de los pastores y les decía: -Ustedes, ovejas
inconscientes y soberbias. No saben que afuera el valle está lleno de peligros.
Solamente aquí podrán tener agua, alimentos y sobre todo, protección contra los
lobos.
En
general, esto bastaba para frenar los “aires de libertad” de las ovejas.
Un
día nació una oveja diferente, digamos una oveja negra. Tenía espíritu rebelde
y animaba a sus compañeras a huir hacia la libertad de la pradera.
Las
visitas del viejo pastor para convencer a las ovejas de los peligros
exteriores, debieron hacerse cada vez más frecuentes. No obstante, las ovejas
estaban inquietas y cada vez que se las
sacaba del corral, daba más trabajo reunirlas.
Hasta
que una noche, la oveja negra las convenció y huyeron.
Los
pastores no notaron nada hasta el amanecer, allí vieron el corral roto y vacío.
Todos juntos fueron a llorar a la casa del anciano jefe de familia.
—Se han ido, se han ido.
—Pobrecitas... ¿Y el hambre? ¿Y la sed? ¿Y el lobo?
—¿Qué será de ellas sin nosotros?
El anciano tosió, dio una pitada de la pipa y dijo:
—Es verdad, ¿qué será de ellas sin nosotros? Y lo que es casi peor...¿Qué será
de nosotros sin ellas?!!!
Desconocido
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